viernes, 3 de junio de 2011

Te espero en el balcón.

Como cada 3 de junio te espero en el balcón. Te anticipo mi llegada por si en este tiempo has olvidado que sigo esperándote y puedes darle remedio al contratiempo. No quiero que la rubia se caliente ya que en este tiempo he dejado de fumar y ahí no puedo acompañarte... Ojalá tu hubieras llevado mi nuevo hábito a término y pudiera con un telefonazo escuchar tu voz como me la regalabas tantas noches.
Todo va bien, todos están sanos y eso es lo mejor que puede ourrir en estos tiempos de avatares..ya sabes.
¿Recuerdas el hueco de la silla? Ya no está, se tapizó, pero las risas de aquella noche aún retumban en las paredes de tu casa. Tu casa, la misma en la que no puede volver a entrar. Está completamente empapada de tí, aún a pesar de que los inquilinos no rezumen más que karma empobrecido. Yo sé que estás para acunarla por las noches cuando no pueda dormir del tirón. (Que, por cierto, conserva tus mismos ojos verdes, ya te lo había dicho, lo sé..)

Tengo que volver a visitarte, tengo que dialogar con la que podía verme más allá de lo que le contaba, con tus ojos rediográficos que me descomponían los pensamientos como si compartieras mi mente, como si también hubiera nacido de tí, como si tu aún vivieras en mí. Pero no puedo. La distancia, las fechas, los deberes, las penas... la sensación de saber que allí tú ya no estás porque no pueden encerrarte en cuatro paredes... porque nunca pudieron hacerlo. Eras tan libre como tu carácter infranqueable. Eso me gustaba de tí, tu peculiar manera de ver el mundo desde la perspectiva de quién lucha por lo que cree, por lo que ama.

Los besos ya se los doy regalados y con intereses a él, como si pudiera recompensarle por las noches de soledad y pena que le sumen en la apatía. Los echo yo también de menos a todos, pero tengo la suerte de poder abrazarlos y, muchas veces lamento perdermelos a menudo...

Sé que alargabas las horas para dormir y que no te gustaba nada amanecer con un jarro de agua asi que no he querido molestarte en la pereza pero, anota que sigo esperando una charla contigo. Como a las horillas del mar, como en los colchones comunitarios, como en las aceras vecindarias, como en mi cama, como en mis oídos...

Asi que si esta noche te apetece una cerveza fría, te espero en lo más cerca del cielo a mi disposición, para que no tardes en llegar si te has quedado dormida y alargues las horas de esta noche también en minutos, yo... prometo no despertarte (para que no te vayas).