viernes, 17 de abril de 2009

Escupir al destino

Mareo el teclado en busca de un remanso de paz. Es muy tarde pero no tengo sueño, no estoy preparada para dedicarme a pensar sobre el colchón, nada puede llenar este vacío tan inmenso que se ha agarrado a mis tobillos. Me es tan complicado encadenar ideas coherentes y tomar las decisiones adecuadas, soy tan débil que me da pavor.

Ahora necesitaría una mano amiga, un abrazo sentido que me haga olvidar por unos momentos el dolor desgarrador que me invita ahogarme en mis lágrimas. Beber ya no me sacia, fumar ya no me tienta, llorar ya no me calma. Me dejaría envolver por un cercano -cuanto más próximo mejor- zambullendome en remolinos de frenesí. Necesito desahogarme y rasgarme los harapos para dar toda la fuerza que me sobra y dejar a la energía que se tiña de blanco. 

Estoy por gritar al viento la ira de los dioses y escupir al destino a los ojos para que quedase ciego, porque los inocentes no tiene culpa de nacer títeres en su tablero. Si me enfado rimo y si rimo arde Troya en los confines, prefiero dejar a la rabia que muerda cuellos suavemente que degolle yugulares sin ton ni son porque hoy podría matar emvilecida por el dolor. Una copa más, un trago que me haga suavizar con el ardor mi lengua embravecida.

Llamo a Dios y a toda la corte celestial. Esta noche voy a saltarme todos los dogmas y dejar que la lujuria sane las heridas. Hoy puedo enamorarme de cualquiera sin llegar ni siquiera a fijarme en su cara porque me basta un torso que manejar para darme plenamente. Y sin embargo, estoy inmovilizada en la silla, tan sola como siempre y apaleada de nuevo, mi naturaleza es padecer pero odio saber que no puedo.

Estallar. Quiero estallar en mil pedazos como una bomba, tener una onda expansiva macro-monumental que barriera toda existencia posible, sobretodo la mía, aunque yo ya estoy muerta, cada día un poco más. ¿Por qué puedo seguir queriendo? Si a todo aquel que está a mi lado le condenan...

Maldito amor universal que das para arrebatar. 

jueves, 16 de abril de 2009

Despierta

Palpo la suavidad de las sábanas zigzagueando las palmas de las manos tratando de localizarte, no es demasiado grande esta cama para haberte perdido en ella pero la ansiedad me sobrepasa, solo el contacto puede colmarme de tranquilidad. Me choco con tu brazo, está tan acolchado que me lo pongo de almohada así no te escapas de mi vera, se está tan a gusto aquí que odio que exista un mañana. La luna nos brinda un rayo de luz que refleja la lámpara, el crisol de colores forma un caleidoscopio que divierte la escena, es como dormir en una discoteca amenizada con la melodía del silencio.

Te ves tan rendido al crepúsculo  y su sosiego que me parece divertido mirarte al mismo tiempo que te recorro tu espalda, siempre retiras mi mano, las cosquillas que te producen me entretienen. Te ves tan débil e indefenso...mis brazos te rodean pero tú no me respondes así que me retiro a mi lado de la cama par acomodarme frente a ti. Retiro lentamente un rizo de tu frente y el aroma a ti me embriaga, creo que podría recordarlo toda la vida e identificarlo de entre un millón porque es mi marca de heroína.

Cierro los ojos disfrutando de la sensación, pero inmediatamente los abro por si aún sigues conmigo y compruebo que el oasis aún es visible, corroboras mi percepción con tu mano en mi cadera, una visión tangible. Me buscas con tus labios y te encorvas simulado mi postura, encajamos, tus rodillas a mi espaldas en forma fetal.

Me siento plena, henchida de paz. Podría acabar el mundo en un momento y ni pestañearía, no sabes la paz que transmites incluso abandonado al sueño. Sé que en un mañana puedes incinerar los recuerdos de esta habitación  y tirar al lodo todas mis atenciones no obstante, me sacrifico en pos del momento. Me sabe a poco, tener la miel en los labios y no poder saborearla placenteramente, no puedes castigarme de este modo, despierta. Despierta porque el porvenir no es constante y no quiero darle tregua al tiempo.

Quiero desgastar tu cintura, delinear tu contorno, quiero dejar que la oscuridad deduzca y guiarme a tanteo, leer en braille las comisuras de tu boca para respirar tu aliento. Despierta, que puedo ser muy insistente en mis propósitos y por ende, tu muy fácil de persuadir. Esta noche no tengo alias pues nada puede definirse con palabras, esta noche soy muda y ciega, fotosensible, esta noche soy autista y toxicómana. Esta noche puedo ser lo que cualquier cosa que moldees.

Despierta y no te hagas de rogar que estoy al límite de la impaciencia y sé que te encanta exasperarme como a mi disfrutar de tu media sonrisa. Sin embargo, me besas los hombros para compensar mi enfado que desaparece con el primero de ellos, el camino que haces para llegar a mi boca se detiene en muchos recovecos. Mientras, me hago la dormida para disfrutar de tus agasajos. Aprieto bien los ojos y junto mis labios, me resisto.

Despierta- Me pides.

Despierta...

Palpo la suavidad de las sábanas zigzagueando las palmas de las manos tratando de localizarte, pero no estás en ellas.

miércoles, 15 de abril de 2009

Tu camiseta

Tacones de unos siete centímetros, maquillaje de brocha, unos pitillos por estrenar y una blusa de seda. Toda una figurante en medio de la pista entre todas las sardinas de la lata. A cualquier lado que miro me avasallan rostros de júbilo. Todos cortados por el mismo patrón, parecen recién salidos de las páginas de un catálogo de Zara, ¿dónde me habré metido? Todo sea por acompañar al rebaño por un día y dejarme de prejuicios. Ya era hora de poder decir que he entrado en una discoteca aunque no me satisfaga.

Toda la noche entre el ir y venir de la barra, es lo único en lo que no me importa dar codazos si así consigo al menos un poco de alcohol que me anime y si no es el caso que al menos me evada de aquí.He intentado seguir el ritmo de lo que llaman reggaeton y sólo he conseguido combulsionar como una descosida, al cabo de unos cinco minutos me parecía un bucle repetitivo e infinito, que original música...

Aguanté como toda una heroína sobre el torturador calzado eso sí, si dar grandes pasos que me desestabilizaran para no hacer puenting. No hay nada más deprimente que estar rodeada de felicidad y no poder compartirla. Intenté sonreír toda la velada para que mis amigos no decayeran, era tan complicado que en alguna ocasión pensé en fugarme por la ventanilla del baño. Cuando todo parecía una noche carente de estímulo de entre los miles de metrosexuales encontré a Wally, un Wally que había cambiado su suéter a rayas por una camiseta verde, la única camiseta de toda la sala. A lo lejos parece bastante mono, y alto, sobresale entre todos y la distancia es algo extensa, tiene pelo claro...me decido a sonreírle, no temo a su respuesta pues está lejos y yo hoy no llevo gafas. Es obvio que no se haya percatado. 

Otro paseito a la barra que comienzo a tener consciencia de mis principios. Después de pelearme con un camarero y sus concubinas y repeler a dos pobres buitres regreso al lugar donde dejé a amigos para encontrarme sola, habían sido presa de carroñeros. Con suerte me aferré a uno pero resultó estar más abúlico que yo. Me di la vuelta y ahí estabas. Me había confundido, tienes aún más porte del que pude imaginar. Sonríes, es normal en estos lugares pero esta vez te acercas,y..vaya, me muestras a una chica junto a ti. Mala elección la mía.

Si pudiera tener el garbo de muchas y soltarte dos frases medio entendidas entre los altavoces podría tener alguna posibilidad pero no tengo ni las ganas ni la vergüenza de aguantarlo. Dos vueltas más sobre mí misma componían una mediana coreografía improvisada ¿cómo bailan este perreo? Alguien me susurra.

Perdona, no sé si esto te parecerá raro pero no he parado de mirarte desde la otra esquina. Eres preciosa. No sé que me pasa..

¡Qué común!- pensé, Y directa a soltarle la bordería de turno me detengo justo al nivel de tu barbilla para sólo identificar tu camiseta. Verde como la esperanza que afloraba dentro de mí. Tras unos pasos de pato mareado contigo comprobé que la noche daba un vuelco algo excitante, con cada centímetro menos subía mi adrenalina y con ella mi confianza, pues los roces eran ya inevitables. Un nombre, una invitación y dos besos más que incitadores, sentí la necesidad de no quitarte la vista ya que te decidiste a darme espacio por si molestabas. ¡Qué simple podéis llegar a ser!¿No ves que te quiero atado a mi espalda?

Esperé, no dejé que las ganas de comerte me hicieran parecer fácil. Un garbeo por la sala, pero aún estabas en la diana, así es, continua esperando. Un segundo más y ¡chash! Corrías hacia la puerta como alma que lleva el diablo. Un ojeo, una desesperada búsqueda y un "lo siento" difuminado en el viento. ¿Por qué no podías ser igual de simple y haberme pedido el número de teléfono? Me quedé con un nombre de pila, una zona de encuentro y una desazón enorme. Mi primer flechazo y tal como vino se fue, se esfumó con mis esperanzas enganchadas en tu camiseta, la única que había en la sala. Tan diferente como yo.

martes, 14 de abril de 2009

Cyrano será descubierto

Los estornudos no cesan, esta primavera acabará con los alérgicos de un momento a otro y sólo hemos empezado. Las sacudidas me hacen despertar del letargo, la apatía reina allá por dónde vaya aunque no ha terminado con mi serenidad.

Cierro los ojos para evadirme en la melodía de una inconclusa canción que he elegido al azar de entre los recursos de mi extensa galería. Los músculos serpentean liberando la tensión de un día de ajetreo para remontar después del descanso de una cama mullidita entre cojines.

Estoy bastante cansada de predecir los mañanas y esperar un buen encuentro contigo, estoy exasperada de provocarlos si en cada uno de ellos se explaya mi silencio por el temor de incurrir en un desacierto que desemboque en un pasotismo extremo por tu parte. Mi yo ahora es un ella que no sabe colocar sus manos ni su postura frente a ti. Me pones tan nerviosa que me olvido de que existo. Mis torpes manos se convierten en mantequilla, la indecisa lengua se enreda, el cuerpo se endurece y las facciones se afinan para completar la escultura de un maniquí. Estoy por y para escucharte aunque parezca petrificada.

Me es tan difícil alcanzarte que el sólo hecho de pensarlo me hace sentir idiota. Inútil. Soy una completa inepta que no aprovecha el tiempo que me brindas cuando te place dejarte ver. Hace tanto que busco que cuando encuentro lo doy por perdido. Y me rindo. Hoy te libero de mis pretensiones, hoy te alejo de mi influjo, te voy a dejar respirar y de este modo podré verte sin miedo a perderte porque nunca te he tenido. Entonces, sólo entonces estaré libre, libre de poder hacer y decir lo que me plazca porque sé que lo que ocurra ya no espera consecuencias con quien no las pretendo.

Me eclipsas. He de perder la costumbre a la dependencia emocional o a las pasiones extremas, algún día me anularán. Pero no quiero. El día que deje de ver el mundo del modo con que lo hacen mis ojos me perdería tantos matices que la vida no tendría ni una pizca de humanidad, sería entonces cuando la sobriedad y el desasosiego me inundarían. No quiero perder ninguno de mis tropiezos, deseo reírme de mi inexperiencia y de mi excentricidades, pero incluye que tú también las veas y eso es un riesgo que debo asumir.

No sé si te das cuenta pero estoy apostando todas riquezas a una sola mano, no sé si me importará que me la amputen...De nada me sirven si no es para sostenerte. Cyrano será descubierto, hoy necesito hacer que las palabras vuelen del papel y descarguen todo lo contenido por todos los días de prudencia. Una respuesta dicotómica, una sencilla elección, no espero más mañanas en las que quizás no estés tú. Las quiero con o sin ti.

Gracias por desipar mis fantasmas, de un modo u otro has mediado para que cada mañana me esmere en pintar las arrugas del cansancio, has sido una aspirina para la razón, un incentivo en los amaneceres y un pensamiento en mis noches.


domingo, 12 de abril de 2009

Blanco y en botella

Me he arropado, noto algo de frío en la nuca. Las noches en el interior cada vez son más gélidas y acostumbrada a temperaturas más suaves en el sur, la diferencia resulta más drástica. Cierro los ojos, de vez en cuando me ayuda a reconponerme.

No sé cómo he llegado hasta aquí. La puerta del bar retumba como si un tropel de caballos machacara el suelo, eso significa que dentro se respira el ambiente de una verdadera farra.

¡Perfecto, lo que necesitaba!- Pensé irónicamente-Más contaminación acústica por hoy y creo que podría beberme un chupito de cianuro.

Una cerveza más y eres libre- intento convencerme para no salir huyendo del antro. Pero pronto aparece mi raptora, sin intención de ello pero verdugo al fin y al cabo. No tuve que decir nada y ya tenía un cubata entre mis manos, ordenó que fuera por su cuenta, pero hubo algo que me agradó más que el suculento líquido. Una delicatessen que se me antojaba apetitosa, sin embargo ésta no estaba en venta.

Fue un impacto seco, un golpe brusco, me temblaban las comisuras de los labios sin decidirme en mi expresión, quería sonreírte pero la congoja me advertía del atrevimiento. Me arrepentí de no haberlo hecho cuando te me adelantaste. Estuve toda la noche fantaseando con mil y una travesuras mientras forzaba mi otro hemisferio a atender el discurso de mi mecenas . Sé que soy una impresentable, pero cabeza y corazón no estaban en el mismo plano.

Cansada ya de sólo devorarte con los ojos, he decidido arreglármelas para que te acerques. No dudas. Me arrepiento, tirito, creo que tengo parkinson, taquicardia, calor, un trago, un trago me hará bien, pero acabo viendo el fondo del vaso. Te saludo y mientras vocalizas no pierdo ojo de tus murmullos, empiezo a pensar que además estoy sorda, he dejado de escucharte atendiendo a tus muecas. Sólo puede añadir que me sirviera una copa más acompañado de un guiño, blanco y en botella.

Un minuto no más, sin terminar de tararear una melodía comercial de los exitos del momento me doy la vuelta y apareces con un vaso extrañamente cálido. Lo he cogido antes de que lo depositaras en la mesa y he tocado tu mano al ofrecérmelo. Espero que al retirarla no pienses que la rechazo, intento ser precavida. Te han solicitado y rompen el momento. Es como si megaupload te hace esperar 72 min. para volvier a cargar. Desisto. Toca dar prioridad a lo que he venido ha hacer, puede que te sea un estorbo en mitad del jaleo.

Poco a poco increíblemente el espacio se hace más grande, Morfeo hace la ronda. Te busco pero asombrosamente también te has ido. Pensé que los cameros siempre cerraban los bares... Me he buscado una excusa y ya puedo unirme a los durmientes, un tanto frustrada pero vencida en fuerzas.

Me sorprendiste tras la puerta con cajas de cerveza. Doble alegría. Me señalaste la puerta, menuda invitación a la calle. Mi gozo en un pozo. Pero me seguiste, esta vez con las manos vacías para agarrarse a mi cintura. Un hormigueo recorrió mi columna, dos besos en la cara después, estabas disculpándote por el cameo de antes. Además de sugestivo eres caballero.

Todo se hizo silencio, hiperventilaba con cada paso tuyo hacia mí. Tus manos ahora están superpuestas a las mías ateridas. Un empujón aventajó los milímetros de distancia que nos separaban y pasó. Podía dejar que durara lustros el contacto de tu boca hasta que tu helado aliento en mi nuca me sacó del sopor.

He vuelto a abrigarme bien. Las mantas están deshechas y enredadas a mis piernas, debo dejar de moverme tanto en la cama. Tengo la almohada entre mis brazos, aferrada y un gélido vaho soplando en mi cuello que me hace buscarte. Sólo hay una ventana abierta.

En fín. Puestos a soñar, supongamos que es un cameo que luego tendrás que paliar.

sábado, 11 de abril de 2009

Mirar a mi espalda

Hemos entrado con el estómago lleno y con energía para una última cerveza dejando así por zanjada la noche. Entre la búsqueda de las sillas perdidas y el encuentro con el resto de la manada me he percatado de que en el arco entre la barra y la zona de las mesas, algo se posaba en mi nuca. Una tremenda inquietud me obligaba a colocar mi abrigo de cualquier manera para tener que mirar inmediatamente a mi espalda. No vi nada más allá de lo normal, gente parloteando por encima de la música en la barra, volví a mi sitio, pero no sin antes ponerme las gafas y poder saciar mi curiosidad si se presentaba de nuevo la oportunidad. No ocurrió nada en el tiempo en el que me secuestraron en la conversación de la mesa,me pudieron las novedades del panorama social. Me encendí un cigarro y con la primera bocanada de humo, mientras giraba para expulsar el dañino aire, me crucé con su atenta mirada mientras daba un respingo para componerse de la sorpresa.Sonreí para mi misma.

Cuanto tiempo sin verte- Le dije instintivamente

Has cambiado mucho, desde entonces- Atiné a percibir, por cómo continuaba ojeando esporádicamente hacia la mesa. 

No quise hacerle mucho caso, me importaban más los presentes frente a mi. Cruel pero sinceramente era lo que pensaba. Muchas veces me había preguntado por él y por su vida, eramos bastante niños pero si conscientes en esos años así que ahora las atenciones me sabían más a remordimiento que a simple curiosidad.

No es mentira si digo que fue protagonista de mis adolescentes ensueños, por mucho tiempo rondé alrededor de él como abeja a la flor pero el problema o mejor, la circunstancia en sí es que eso fue mi pubertad pero aún la vida actual para él.

Tiene todavía esa piel morena que tanto me desconcertaba en verano, los destellos de su pelo siguen haciendo contraste a su tez y esos ojos de bribón que, son lo más sabio de haber conservado. 

Al cambiarnos de mesa, presidí, no quería perderme ninguno de los movimientos de mi viejo amigo. Me estaba gustando el juego ahora era yo la acaparadora, y me gustaba hacerle sentirse nervioso, le suben unos colores que sólo yo conocía . Junto a su posible novia no tenía más ojos que para la zona del fondo, estaba tan ensimismado por desentrañar cada cambio en mi aspecto que ni las llamadas de sus acompañantes podían sacarlo de la atmósfera que habíamos creado. Estaba hablando a parpadeos, yo me dejaba embaucar. 

Hubiera querido comentarlo con alguien pero la magia de la incertidumbre tiene más poder y, con los años he aprendido a cogerle el punto.

Si hubieras sido más arriesgado esta noche me perdería contigo sólo por ego.Si hubieras tenido más arrojo no estarías ahí mirándome.Si hubieras sido más listo no me habrías dejado escapar. Pero es inútil para una persona que sus años son días y no puede negar que aunque crece en altura nunca en capacidad.

viernes, 10 de abril de 2009

No es tan diferente

He paseado por las calles, escudriñando cada baldosa y cada muro, buscando las grietas de las paredes que me sirvieron de respaldo hace ya bastantes años, cuando la emoción de cada día se basaba en estar sentada en una acera inclinada por el desnivel, a las traseras de los bloques que nos vieron crecer. Vaya años de intensa felicidad dónde el único problema era encontrar el sitio más recóndito para saltarse lo establecido y dejar que fuera prohibido.

He dejado de ser yo para dar paso en la niña de 14 años  que aún no había probado unos tacones y tosía con la primera calada a un cigarro que rasgaba el pecho como una fina cuchilla de nuevo uso. Sencillamente no pertenezco a aquí. La pequeña de melena larga y piel blanquecina ahora miraba estos rincones como una pequeña maqueta que temía romper a grandes zancadas, un trayecto que ahora que por fin se mantenía totalmente a oscuras había perdido todo toque de luctuosidad que antes nos cautivaba y propiciaba las diabluras más inocentes.   

Recordé mi primer pretendiente, mi primer beso que más que un beso fue un roce fortuito, dónde el corazón casi desbocado tanteaba en el terreno de lo sentimental. Creo que fue el instante en el que casi me derrito tanto del júbilo como de la timidez. Días atrás de eso no tenía ningún interés en semejante cosa, pero parece que a esa edad las emociones brotan o se idealizan con tanta rapidez como si el tiempo apremiara al más veloz. No podía ponerle palabras a las cosquillas de mi barriga y por simple imitación a los mayores le llamé amor. ¡Qué sabría yo con esa edad y sin levantar dos plamos del suelo! 

¿Y qué sé ahora? No es tan diferente de lo de ayer. El tiempo sigue pasando y corremos sin dirección fija intentando llegar los primeros a quien sabe dónde. Cada nueva pareja es un nuevo comienzo con cosquillas incluidas que es imposible evitar en una caricia ansiada e inesperada, él o ella acaba siendo la piedra angular de tu vida de la noche a la mañana pero sentimos sin embargo la confianza de una vida entera. Vivimos y morimos en cada escondite a oscuras para dejar a un lado la palabra prohibido, la tenebrosidad del entorno propicia la proximidad y, es aquí cuando sólo una caricia nos hace sentirnos seguros.

jueves, 9 de abril de 2009

Al pasar el umbral de tu casa.

No aprendí a dejar de sentirte. Sólo ver tu puerta entreabierta me hace pensar que aún sigues esperando a que aparezca por ella, escondiéndonos por las escaleras para no despertar a los durmientes. Como dos niños que acaban de hacer una trastada, cómo dos ladrones que acechan un botín suculento. Sólo por regodearnos en nuestro bienestar. El uno junto al otro y por el otro.

En medio de las conversaciones forzadas surgían flashes de aquellos tiempos en los que cada día podían ser el último de nuestras vidas. Y en ellos, tenía la sensación de compartirlos aún contigo. Pero cuando cobraban de nuevo sentido las palabras que oía de las personas que me rodeaban, bajaba a la tierra para comprobar que todo eso no era más que charcos de lejano y seco pasado que se han quedado como rescoldos de un sueño perecedero. Si volvían a mi al tiempo, se desdibujaba tu cara, se esfumaban tus manos y tus labios brillaban al ser humedecidos pero, ya no tenían dueño.

¿Dónde estabas? Creí saber al dedillo cada marca de nacimiento, cada lunar o peca, cada curva de tu rostro que recorría para leer en braille lo que un día temí olvidar. Pero ese no eras tú. Ese no era nadie. Ese, era cualquiera. 

No es mentira si te digo que sigo enamorada a pesar de todo lo que puedo plasmar ahora mismo. De lo que hubo, de lo que me dejaste, de lo que cribé antes de dejar que la rabia y el desconsuelo me hicieran odiarte.  Ni te odio, ni te desprecio y aunque antes pensé todo lo contrario, ni te quiero. 

Hubiera sido más sencillo tener una estampa de lo que se adora para ponerle nombre a los sueños, sin embargo mis sueños son recuerdos que pueden hacerse planes. Planes que pueden tener otras manos y otros labios.

Al pasar el umbral de tu casa he comprobado que una puerta tiene más sentido que tu mismo. Ella ha conseguido que sonriera más de lo que tu pudiste hacer. No es un reproche, es un sentimiento. Ahora sé que ellos reinan en mi estado de ánimo. Los que me dejaste alguna vez que te emvolvieran, los que aún conservo y de los que sigo prendada. De mi misma y de lo que puedo hacer.

Los que un día se pondrán de lado de un cualquiera sin rostro antes que de una puerta.

miércoles, 8 de abril de 2009

Imaginé tu mundo

Hoy he salido a la calle, por la noche, y lo he agradecido a pesar de la bofetada de frío, mis ojos ya no soportan ni una tenue farola.

Como siempre he buscado entre la gente la cara más expresiva. El gesto más humano, ahora que estamos en semana santa muchos lucen esa expresión y puedo confundirme. Pero da igual, todos con una vida por delante, todos con una historia detrás , todos tan solos y acompañados como yo. A veces me planteo la idea de que podría querer a cualquier persona. Podría quedarme embobada por el cuento de cualquier boca que desee hablar y todo me parecería tan increíble como un viaje a la luna.  Si, en la luna dicen que suelo estar pero no me doy cuenta de cuando empiezo a subir a las nubes. Una perspectiva diferente, más que conocer y que descubrir.

Hoy creo que me he enamorado. Cruzabas la esquina y sólo  pude vislumbrar una chaqueta vaquera. Una silueta muy estructurada. Sí, ¿deporte, quizás? No te he escuchado hablar pero en sólo unos segundos querría haber sido la persona con la que hablabas por teléfono. Así al menos podría haber escuchado tu voz...Un gesto , sólo un gesto me hizo fijarme en tí ya cuando podía verte con claridad. Levantaste una ceja. Puede significar tantas cosas... Por fin sonreíste, me viste mirarte,  observarte, fue curioso pero no te alarmaste, sin embargo saludaste a una extraña que tenía un desconocido interés en tí.

Imaginé tu mundo. Pensé que quizás estabas soltero, ibas solo -un punto más- , no eres bastante clásico al vestir, algo inconformista; cuidada higiene , perfectas uñas y un aroma embriagador como a almizcle; una mirada despejada y unos ojos marrones rasgados, guapo para el canon de hoy en día. Pero no ha sido eso lo que me ha eclipsado. Lo único que me ha sorpendido es tu empatía, tu cercanía, un lapsus de tiempo que pareció una conversación de horas dónde sin saber cómo hablabamos a señas, entendí tu idioma, entendiste mi intención. 

Por un momento me inventé tu nombre, tu trabajo, tu casa, tu familia y tus amigos. Vi tu vida y me vi a mi en ella...¡qué ilusa! pensé en el momento.

¡Oye! Vuelve a la tierra que ya viene el paso- me dijeron con una palmada en el hombro. Y ¡ploff! Caí en la acera de adoquines de nuevo. En ese momento perdí de vista tu chaqueta, perdí de vista tus manos y me desenganché de tus ojos miel, los mismos que hoy me llevaron a a tu mundo, a tí y a la luna.