jueves, 10 de diciembre de 2009

Agua y aceite

Voy ha hacerme un blusón con tu piel, no por liquidarte como raza sino exhibirte como trofeo de guerra ya que la batalla está perdida.
Soy un fantasma pululando por las esquinas para sorprenderte en un ¡chash! y desarmarte sin que pongas resistencia, porque a pesar de que leo tus facciones como si me mirara en un espejo, eres la materia oscura que resulta de mis inseguridades.
Como el antítesis de mi yo te opones a ver tu mismo ego de autosuficiencia y sé que puedo absorberte del mismo modo que las gotas de aceite se reagrupan porque son de la misma densidad. Creo y sé, que puedo y debo embelesarte, aunque luego me turbes y resultes un incómodo doble. Pero hoy me siento fuerte para abrirte los ojos y enseñarte que existe un más allá de lo que tu llamas soy.
Aún a pesar de caerme desde un rascacielos por intentar subirte a lo más alto, no hay remedio si te digo que vuelo sin tener alas porque el riesgo ha dejado de formar parte de mis limites. Ya no me asusta desplegar los labios en una amplia sonrisa si la barriga me estalla de euforia, no me escondo si me atisbas por los pasillos debiéndote un cordial saludo, no rehuso la idea de verte a solas si la ocasión lo apremia por temor a trabarme en babeos y sorbos de café, no me achanto si requiero un pellizco de picaresca aunque ésta no sea mi especialidad.
Te repelo y me atraes, me hablas y me callo, te odio y te pienso, me escondo y reapareces como una maldita agonía a cada momento que me libro de ti porque la única razón de mi confusión es que soy la otra que aún no has visto. Esa que no teme más que al tiempo que se le escapa. El polo opuesto que se queda mirando tras los ventanales de unas pupilas dilatadas sin poder hacer nada para calmar la desazón de una visión tan pesimista. De una yo tan triste, de una mi me conmigo.
Mientras los cationes censuren que el agua se disuelva jamás podrá mezclarse con el aceite. Ni habrá cohesión entre iguales, ni habrá liberación de energía, y no es porque yo sea negativa sino porque tu eres estable y yo agua corrompida.

viernes, 16 de octubre de 2009

Si me dejaras

Si me dejaras hoy te llevaría en mi bolsillo a descubrir calas de luna perenne dónde las olas te salpican en la mejilla como si de un beso salado se tratara.
Si esta noche me permitieras robarte por un pequeño plazo de tiempo, te acurrucaría en mi sayo para que no te enfriaras mientras te paseo, por las sobrias calles de una ciudad dormida que se viste de luces para verte pasar.
Si de mí dependiera, no serías sólo un recuerdo naufragando en mis pensamientos y te haría etéreo por siempre en mi presencia aunque la distancia entibiara nuestros lazos.
Soñarte es el arte que me embriaga, el lienzo que me encoge, la obra que nunca podré esbozar. Quiero beberme a sorbos tus palabras y nutrirme de tus pensamientos. Deseo leerte como un libro del que se disfruta pagina a página, empapándome de ti y acariciando cada esquina como curva de tu cuerpo para que no hubiera un rincón por descubrir al que no haya llegado nadie; imaginando y empatizando con el momento si con eso he de conformarme. Me encantaría ser el conquistador de tierras yermas tan serenas que me acercaran a la historia, a tu leyenda, porque probablemente eres el mito que idealizo con la ingenuidad de una adolescente. Pero me encanta que me encantes...
Te odio tanto que si atisbaras la décima parte de mi cólera no quedaría más que la culpabilidad de un dolor inmenso que agujerea cortezas como cigarros al papel. El rencor de la indiferencia arroja las sombras a todo el mundo de fantasía que reinvento para encontrarte, la impotencia de los labios sellados me atormenta con frecuencia para recordarme que estoy muerta porque siento demasido. A veces desearía ser apática como un alcornoque, bamboleandose al son del viento que lo azota, aceptando la tranquilidad de la vida, sin pedir lunas a doquier.
Si me dejaras esta noche te contaría los cuentos mas asombrosos, las batallas más rudas y los viajes más sorprendentes que deleitaran tus oídos al calor de un aliento embriagador.
Si me donaras la oportunidad de quererte, te apretaría tanto como para fundirme contigo pero me alejaría de tal manera que no notaras mi existencia.
Ciertamente si me quisieras yo no querría por no querer que dejaras de quererme, probablemente decidiera regresar en el tiempo para adorarte de este modo ,que me proporciona la ocasión de anhelare sin haberte tenido , conservando todo lo bueno de un amor limpio y de un mal encuentro que nunca tuviera lugar.
Si me concedieras un alegato con el que defender mi cobardía, expondría la necesidad de no olvidarte mientras pueda conservar la compostura, mientras mis intenciones queden en deseos reprimidos que no trastoquen tu vida, que no te dañen si me lanzo a descubrirte que me muero por regalarte esta y todas las noches de mi vida, aunque me arrepienta de no poder haberme arrepentido.

sábado, 5 de septiembre de 2009

El camino

En ocasiones en las que te acuestas panza arriba divagando de temas que te hagan evitar la cruel realidad de los mortíferos exámenes, te topas con preguntas la mar de estúpidas y a la vez intrigantes que hacen que el tránsito de la vigilia al sueño sea inapreciable. Últimamente no hago más que centrarme en las personas con las que me he topado en la corta pero intensa vida. Muchos alegan que el destino te lleva por caminos ya trazados o irremediablemente confluyentes provocando el encuentro con personas que vinculan sus vidas a ti por periodos de tiempo, incluso toda una existencia.
El microsistema del que todos disponemos va engordando poco a poco, la familia va creciendo a medida que tengo el placer de tropezarme en cada esquina con viajeros que amenizan el trayecto y dejan de formar parte de un exosistema más radial, para ser partícipes de mis pensamientos, mis sollozos y mis carcajadas. Todo un elenco de parientes en potencia que han urgado en mi confianza para que yo les deposite kilos de eterno agradecimiento.
No sólo porque un día no puedas tomarte un mísero café te prestan cinco euros para simplemente disfrutar de tu compañía si no que, apoyan un hombro para llorar una pena cercana. Un mensaje de "¿que tal el día hoy?" o "¿dónde has estado que no te vemos por ningún lado, perdid@?" hace que la sonrisa de sentirse querido valga más que un puñado de besos comprometidos. Todavía aún puedo recordar cada uno de los instantes en los que l@s conocí, y a día de hoy siento las cosquillitas del primer contacto: unos apuntes robados en una copistería -ingenuamente-, una exposición esquizofrénicamente aterradora, una clase, un saludo, un café y sin darme cuenta, una dependiente necesidad de conservarl@s. Aún no entiendo cómo calan tan hondo, porque a vista de pájaro he tenido más que suerte en dar en la diana. Claro está, que no todo es color de rosa. Los " no me habéis avisado" , las malas formas y las menos ganas bloquean la travesía; unas para tomar aliento, otras para cambiar de rumbo.
Suerte que siempre se levanta un puente.

En todo este tiempo he aprendido a soportar el heavy, a lucir de violeta, a odiar a vampiros, tratar el espaninglis, hablar sim, apagar fuegos espontáneos, llorar en servicios de discoteca, reservan los champiñones para días tranquilos, disfrutar de cerveza caliente, potar a 100 por hora...Cosas tan absurdas que guardan los momentos más incoherentes y gratos de una fase de la carrera que pronto hará que tomemos rutas aisladas.
Son protector@s de cucarachas, profesor@s de noches previas, cotillas devoradoras de noticias, madres incondicionales y confidentes de eterna tumba. L@s mejores resortes en una caída y los peores ganchos de la adicción a la amistad.
Nunca debí incorporarme en el paseo con tanto acompañante. El mayor temor del ser humano radica en lo desconocido, y no ser consciente de en qué recodo debo avanzar sin escolta me aterra más que nunca habérmel@s encontrado.
Dónde queden los cigarros en el templo de Connan y los capuchinos en las selvas de una terraza no serán mi mayor anhelo, si no las voces de mi cabeza que recurrirán a la nostalgia.
Sólo por dejar que unos viandantes vayan de paseo con un@ y te acostumbres a ell@s...
Tengo una mala y una buena noticia: la buena es que les atormentaré por insensat@s , la mala es que tendré que cargar con el peso de sentirl@s cerca, porque forman parte de un núcleo de entrar y no salir, de una vía de no-retorno: de mí y de mi vida.

Bastante tengo con consentirlo.


Bastante tengo ya con ansiar escuchar sus voces al final del camino.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Aunque no haya estímulo puede haber respuesta

Hay tantas situaciones en las que nuestro pequeño mundo se viene a bajo que muchas veces ni las recordamos pero si que podemos poner nombre al peor palo de nuestra vida. Hay dónde las lágrimas se acompañan de amargura, el vacío solemne de nuestro interior nubla cualquier sonrisa ajena, donde ni un evento esperanzador puede superar el umbral de optimismo y el dolor somático viene infundido por un pesar más profundo, sólo hay sitio para esconderse con un megáfono sordo que grita a voces solapadas que pocos pueden oir y solviantar.
Quizás por empatía, quizás por proyección o por afecto. Cualquiera de ellas puede tender una soga al hundido.
Este verano ha sido vacío. Tan vacío que no he sufrido, reido, ni ignorado, simplemente no ha sido. Salvo por una cosa. Aunque no haya estímulo puede haber respuesta.
Cada vez que tenía que recurrir a la tertulia empática dormía con los sentimientos robados, como cuando te encoges con una caída en un vídeo, cuando lloras por una canción o bostezas por imitación. Cada noche he escuchado paso por paso mis vivencias en boca ajena asintiendo al dolor desgarrador que miraba tras los sollozos de mis allegados intentando que un abrazo impreganara su interior de calor humano. Me he visto más fuerte frente a ellos, protectora en sus flaquezas en cambio, más débil en mis emociones, dejando atrás la censura que las encerraba.
Por ellos soy dura, por el o ella soy franca, por tí soy firme para que te agarres cuando desfallezcas, porque puedo ser el paño de lágrimas y el bufón de la risa que por dos segundos te robe la sensación de sentir que sigues viv@.
Todo pasa por un motivo que se resiste a revelar y con el que no podemos perder tiempo alguno. Ya es bastante valioso para pisar con pie firme lo que queda por andar.
Si este verano a servido para amortiguar la caída, no habrá sido en vano. Tan sólo con que tus pesares se hayan atenuado en alguno de esos momentos me doy por satisfecha ,a costa de quedarme helada de frío para ofrecerte un abrazo lleno energía.
No fue ayuda por propio ego si no por necesidad. Necesidad de sentirme útil ante las inclemencias y que ello sirva de algo ;ya que no puedo ayudarme a mí misma que un simple apretón transmita el apoyo que me negaron...
Sólo una pega.
Quedan mejillas sonrosadas por los sollozos que no han sido provocadas por la insolación de la playa. Y yo no he podido provocar el rubor de un consolador pañuelo.

martes, 18 de agosto de 2009

Ceguera de desamparado

Ella nunca pudo ver más allá de su nariz porque el miedo la embargaba. Las argollas de la opresión no habían aflojado la fuerza aún a pesar de saber que no podía escapar. Un simple síndrome de Estocolmo la unía a la realidad y la arropaba de recuerdos de quién la retenía y la dañaba.
Una vez muerto el perro se acabó la rabia, pero la ira comenzaba en el momento en el que el verdugo desamparó los días de ella cuando ya sólo lo tenía a él.
Largas noches en las que buscaba la manera de reconciliar sus recuerdos con su realidad, la que ahora se le antojaba subrrealista... Perdió el timbre de voz de aquél en su memoria, y poco a poco olvidó su rostro; a salvar por unos ojos que velaban incesantes su sueño y la despertaban cada amanecer ansiosos de permanecer grabados en su subconsciente.

Trató de sentirse de nuevo su esclava y forzó los medios para que él la atara de pies y manos, para que la retuviera con él eternamente, para sentirse deseada y protegida en pos de lo que el quisiera hacer con ella obviando que en el ahora, la víctima perseguida acabó siendo el verdugo y ella un implacable raptor.
Acabó por aborrecerla, parecía un pañuelo usado, una hierba sin flores y una joya sin valor ya para él, y sus días la convirtieron en una bala perdida sin fuerza, en una sonámbula constante buscando los ojos que la guiaban.
Muchos días de tormento retomaron una rutina llevadera de la negación al odio, del odio a la depresión y por último, una aceptación resignada que confabuló su nueva vida.

Casi convencida de su logro y consciente de sus carencias más profundas, agarró su tapete y regresó al lugar que la vio nacer, retomando amistades, saludando recuerdos encontrados y presentando a la nueva emprendedora que prometía ser. Temió desde el principio el irremediable encuentro y guardó una caja de pañuelos por si la ocasión se le presentaba difícil.
Pudo verlo pasear por las calles en las que la abordaba tras las esquinas reteniéndola con abrazos encadenados y besos prisioneros. Vencida ya por el pensamiento de una ignorancia plena, tras las luces y las ondas la verbena de esos días notó en su cogote el aliento familiar de quién la observaba. Camenado por conversaciones de los viejos amigos se distrajo en mayor o menor medida antes de atreverse a girar la cabeza. Se henchía del orgullo, se mofaba de la debilidad de quién la reclamaba, se percató, que los celos pueden más que los años y cambiaron las tornas de nuevo. Coqueteó como las abispas, flor en flor, a sabiendas de que era cubierta de atenciones y eso más lo torturaba a él que buscaba como los buitres, escondido entre los presentes, a quién se le resistía como antes.

Respiró hondo, tomó un trago de oxígeno antes de sucumbir a su voz ahogada que ahora, oía tan claramente como la melodía de la celebración, pero... desistió de la señal. Ya no le interesaba mirar esos ojos prisioneros que la obsesionaban día y noche, los grilletes de la posesión ahora encarcelaban a quién por un tiempo fue su verdugo, lo que unos cadenas no pudieron hundir ahora lo hacían los celos y la ignorancia. La ceguera del desamparado que se perdió por el camino cuando perdió la luz de guía de sus propios ojos y ahora, se los pedía ansiadamente prestados.

martes, 11 de agosto de 2009

Lágrimas de San Lorenzo

Mientras vuelvo de regreso a casa con unas cuantas copas de más, acompañada de mi fiel mp3 -una de las pocas cosas sin las que no puedo vivir-, tomo el mismo trayecto. El atajo que tantos años he pisoteado hasta casi marcar cada huella hundida. Siempre las mismas, siempre a la misma distancia. Hoy se ve tan relajado el ambiente que tuve la tentación de sentarme y descansar mientras me acogía el cielo anegado de estrellas. Es el sitio más claro para poder ver las famosas lágrimas de San Lorenzo que pronto regaran de fervientes deseos a los más bohemios, entre los que me incluyo. Hoy aún era pronto para la lluvia de estrellas aunque aguardé por si me deslumbraba alguna tempranera que hubiera tomado la salida antes que las demás. Pero ninguna acudió a la llamada y ahora hubiera sido un buen momento para hacerme algún favor.
No sé si fueron las ganas o la metáfora del momento pero fue inevitable que dos gotas como piedras descolgaran de mis ojos.
Apática, observé los restos de aquella agüilla inesperada en mis nudillos. Sin saber cómo mi cuerpo había reaccionado a algo que mi mente no pudo detectar - estamos tristes por que lloramos- fue lo único que se me vino a la cabeza, y en este caso puede ser que tuviera razón. Hay algo en el fondo del contenedor de basura de mi tronco humano que me dice que algo huele a podrido y está aún sin dijerir. Por unos minutos busqué la causa pero mi conciencia había hechado el cierre por vacaciones. Recorro una y otra vez las conexiones entre ideas, recuerdos y experiencias, descuartizando todas las conexiones y contenidos, escudriñando y olfateando como un sabueso cual de ellas abría las compuertas de los sollozos. Nada. Una y otra vez, volviendo sobre mis pasos, analizando las pistas, marcando los caminos,rotulando las posibilidades. Sólo cuando quedé muerta del esfuerzo desistí de la búsqueda y me vencí al salado goteo que emborronaba una noche tan plácida.
Desee un abrazo inesperado, una simple palmada en el cogote me hubiera bastado para parar la arriada de sensaciones liberadas que hubieran hecho que saliera de ese bucle. Pero no hubo nadie que estuviera bajo las estrellas acompañada de una borracha emocionalmente trastornada y sentada en un oscuro callejón. Estaba completamente confusa más incluso que lo perdida que puedo estar comúnmente. ¡Eureka! En ese momento el eucalipto que estaba frente a mi se iluminó como una abeto en navidad. Me quedé tan sorprendida que sólo pude abrir la boca mientras cruzaba la cola de una solitaria estrella. Sonreí y cesé de llorar, me di cuenta a la par de que no pedí el deseo. Creo que la descarriada estrella esta vez no hacía las veces de cabalgata de peticiones, si no de antorcha. Prefiero creerlo así.
Posé mis pasos en la calzada y me impulsé. Quizás seguía agitada por el sofocón, aturdida. Aunque las huellas del camino me encauzaron de vuelta a casa. Más ligera que antes, pero menos perdida que hasta entonces.

sábado, 1 de agosto de 2009

¿Es triste?

Creo que lo más sencillo sería ir con un pósit pegado en la frente resumiendo las virtudes y defectos de cada uno. Así no ahorraríamos gastar saliva y tiempo para acabar dándote cuenta de las vilezas o trivialidades que rompen la pompa de encanto de cualquier pretendiente.
Con el tiempo acabo dándome cuenta que eso de ser una persona "exigente" no es más que la incapacidad de encontrar a alguien mínimamente interesante en este mundo tan , supuestamente, variado. No es una hipótesis catastrofista es una desoladora realidad.
Más allá de acabar en una cama de transitoria plenitud no hay muchas alternativas,en el caso de que esto no surja siempre viene bien la ayuda de una mano. Ellos toman esta praxis como práctica y como quien bosteza,y nosotras, aparte de otros usos, como el mejor sexo de nuestra vida: No hay cortes inesperados y desmoralizantes, no hay vaguería en pos del prójimo, no hay "pequeñas" sorpresas, no hay sesión única, existe el opening, el clímax sin goma, hay ritmo y velocidad acorde a lo deseado... siendo innovador cada viaje, todos son pasajeros diferentes, a gusto del cliente.
En fín, la situación acaba por apatizar a cualquiera y se te viene encima el mote de "arisca", "sosa" o "antipática", pero ¿no se es lo bastante comprensiva ya como para aguantar a una panda de desesperados? Da igual que él sea a tus ojos el mejor de los machos alfa de la manada que acaba siendo el primate más alejado del homo sapiens, un eslabón perdido recién descubierto. Ese del que tienes que aguantarte con los restos del que en su día quizás, fue un buen partido y con los años acabó siendo un ave de rapiña. Si te fijas en un ejemplar de mayor edad, son buitres y si desvías la mirada hacia las nuevas generaciones tu eres la hiena.
Aunque se den o no todos estos casos no dejas de fatasear con la escena más romántica desde el reencuentro en la escalera de incendios de Pretty Woman o el beso escandalizador de Rhett Butler en Lo que el viento se llevó, todo esto sin haber conocido a fondo al chico en cuestión que te llamó después de la última salida y del que no conoces más que es color de sus pantalones... Esas noches duermes mejor que la del día que lo ves y acabas hablando con él, bueno si se le pudiera llama hablar a:

-...me alegra escuchar que lees algo, ¿como qué?

- Pues, no mucho. Bueno me he leído todos los libros de Manolito Gafotas.

Cri, cri, cri, cri....

-Ejem. Pues hoy no hace mucho frío, ¿no?

No me importaba que no lean, eso es una nimiedad, pero para decir semejante contestación hubiera preferido que no abrieran la boca. Pensándolo, eso es mejor que cosas como: " Estás muy bien. ¿Nadie te ha dicho en entre esos dos hermosos melones luciría precioso mi capuyo?" No hay que decir que a capuyos nadie les gana, asi que como premio: guantazo de primera categoria.

¿No sería más fácil tener una carta de presentación para salvarnos de tales terroríficos recuerdos? En ocasiones me gusta encandilarame de cualquiera que no me hable con la boca y me converse con los ojos, aunque la guionista del capítulo sea yo misma, como Eddie Murphy, yo actúo, yo dirijo, produzco, ruedo y me aplaudo. Como dijo Juan Palomo: yo me lo guiso, yo me lo como.
¿Es triste? Es consolador. En ambas acepciones, tanto para el paño de lágrimas como para el previo a tus cinco dedos.
Si tan sólo cerraran la boca para que te entraran ganas de sellársela con un beso todo sería más fácil, al fin y al cabo todos acabarán siendo capuyos integrales pero nos salvaríamos de un arrepentimiento prematuro antes de que ocurra nada y quizás, sólo quizás te des cuenta de que el gran galán de tu película acaba de pasar el casting.


domingo, 28 de junio de 2009

Mirarme en el espejo

Muchas veces nos asomamos al espejo intentado descubrir a alguien nuevo que nos salude con una amplia sonrisa pero sucede que, nos encontramos con la misma imagen desoladora de quien espera. El minuto antes de encontrarnos con el reflejo es el más disfrutado de todo el día.. La esperanza es lo último que se pierde...y la sensatez, lo primero.
No podemos cambiar el aspecto con un lavado de cara, dos cepillados o unos toques de brocha... porque, lo que nos hace sentirnos igual de vacíos es lo que se guarda más al fondo. Allí dónde los miedos toman asiento y las debilidades duermen en rincones, el Nuncajamás de nuestro niño interior.
Y sales.
Intentas disimular esa falta de seguridad, sonríes abiertamente, gritas al aire y miras con audacia, como si de un momento a otro te pudieran sorprender con algo que desechara todas las noches de reflexión y te regalara una bocanada de aire. Un titular de buenas noticias que amansaran tu desánimo para levantarte cada mañana.
No. Eso no es lo que te espera.
Ocurre que explotan arrítmicamente estados incoherentes. Unas veces bruja, otras damisela. Y derrochas tanto alegría como ira por todos los poros de tu piel. Te sientes benévola y verduga.
A veces pides que te trague la tierra y deseas con todas tus fuerzas algo, desaparecer.
Soy un estandarte de mondadientes que se pasa el rato temblando ante los avatares y no hago nada por poner resortes. Una vez derruido se vuelve a construir pero partiendo de la misma base, tan hecha añicos como el sentido de tenerla en pie.
Piensas que esta vez será la definitiva pero comienzas a flaquear en expectativas.
Egoismo. Dejas de colocarte las gafas de los demás porque prefieres no ver que apaleas y te vuelves ciega, sorda y, consecuentemente, muda. Es la única manera de apaciguar por un momento tu furia. Más tarde la sofocará alguna pared.
Llenar algo que no sabes cuanta capacidad tiene es un reto de demasiada entrega y nadie está dispuesto a cavar, a limpiar tu sudor, a relevarte en el trabajo y tomar ese aire que tanto llevas esperando.

He vuelto a mirarme en el espejo, y aún a pesar de saber que me espera, lo hecho por los viejos tiempos. Qué felicidad sentir que hoy puede ser diferente....

Creo que debo comprarme otro espejo,¡este no tiene sentido! Jodido, espejo...
De nuevo a plantearse otra vía, otro quizás mañana porque hoy.... hoy no he visto a nadie que me saludara. Ni a mí misma. Por una vez en mi vida voy a tener suerte y se han escuchado mis ruegos.
No veo nada, no hay nadie. No soy, no existo.


viernes, 19 de junio de 2009

Querido Nadie...

Dícese que se dijo y se comentará, que entre las cartas que nunca se envían las hubo que se perdieron por el atajo más tonto de un buzón de correos de la calle Sosiego.

En las noches de su ansiado desvelo, ella relataba que estaba sola en la noche más bella. Se inventó un lugar, una casa, un señor a quién contarle y una cara a quien escribirle. Sólo ella sabía a quién iba dirigida. Al azar, delineó una dirección y en todas sus catarsis comenzaba escribiendo: "¿Qué tal el día? Te he echado tanto de menos que más, es hecharte de mi necesidad.."
Las cartas nunca tuvieron vuelta pues no había persona, ni lugar, casa ni cara que se impresionara para poder contestarle. Fue feliz mientras vivió. No estaba sola. Sus tiernas noches estuvieron llenas de bramanes líneas hasta en la última que dejó de sostener su lápiz.

Cuando la comunicación por correo llegó a su declive y se sustituyeron lápices por teclados, todos los buzones fueron arrasados. Uno de ellos escupió miles de sobres perfumados mojados por la humedad, espantados por la recién recobrada libertad.

Las revistas de literatura irrumpieron con el hallazgo. Las cartas no se hicieron esperar. Los lectores pedían la edición de todos aquellos escritos, muchos de ellos directamente remitían sus respuestas esperando una ansiada contestación. El fenómeno revolucionó la comunicación y se usaron las viejas cuartillas cubiertas de polvo, las láminas enmarcadas de colección incluso se reusaron los viejos periódicos intentando suscitar así la reaparición de su admirada remitente.
Todos sentían a flor de piel esas delicadas líneas y los suspiros colmaron de vaho las noches de soledad.
Desencantados por el fin de la correspondencia hicieron homenaje a la escritora y escribieron a diestro y siniestro sólo con la reavivada esperanza de una posible vuelta. Soñaron despiertos cada crepúsculo imaginando caras, vidas e historias de un alguien que resarciera sus eternas soledades.

Sólo entonces el ciclo de la reciprocidad dio paz a una boca ya muerta. Sucedió que las palabras vivieron por ella para resucitar a almas igual de muertas. Carta a carta los desconocidos encontraron consuelo en otras caras, en otros versos, en otros manuscritos garabateados de calma, quietud, sosiego. Un
¿Qué tal el día? llegaba a sus casas cada mañana para escribir de nuevo en la noche: Te he echado tanto de menos que más, es hecharte de mi necesidad ...


lunes, 15 de junio de 2009

Fruta prohibída

El propio ego sale a la luz cuando ocurren cosas del tipo de cuando no puedo, lo exijo o cuando me lo repites, lo creo. No es que sea un persona caprichosa, en ninguno de los aspectos de mi vida, de hecho materialmente conformista pero hay veces en las que te jode que te arrebaten algo aunque nunca lo hayas tenido en cuenta. Dado que hablo de personas esto debería ser un tanto más dignitivo, más que nada porque tienen sentimientos y son racionales, pero sólo te das cuenta de ello cuando desaparecen. Creo que más bien por pura pataleta. Con esto no digo que no tuvieran sentimientos antes de eso si no que, aprendes a apreciarlo más cuando deciden rendirse. Básicamente porque sabes que nunca podría ocurrir algo, quizás con suerte si os perdierais en una isla desierta.

Él siempre estuvo detrás en el pupitre, con un amplia sonrisa fueran las 8 de la mañana o las 12 de la noche, y nunca te faltaba una palabra amable y elogiante para levantarte el ánimo. Pero lo que ocurre es que tú nunca lo ves como ese chico especial o al menos rollito de dos días, es tu colega, tu amigo o tu quizás casi hermano, pero darle un beso sería un sacrilegio.

-¿Qué guapa estás, joia?...hay que ver que suerte tienen algunos

-¿Qué dices? No quieras verme por las mañanas, a demás tú ves bien a todo el mundo que eres un buenazo.

Nunca llegué a saber que esa caida de párpados y esa sonrisa apretada significaban, pero puedo imaginarme algo : ¿Un buenazo? falta que me llames hermanito y me matas.

Todos los bocadillos de tortilla del recreo me sabían mejor si no tenía que ir yo a comprarlos, ahí estaba él para traérmelo antes de siquiera planteármelo. Lo cierto es que era un buen confidente y amigo y digo lo era, hasta que se me ocurrió buscarle novia..

-A este paso me quedo solterito- Decía para intentar sugerirme algo que yo no veía o no quería ver.

-¿Soltero? ¿Tú? Eso ahora mismo lo arreglamos. Mira a tu alrededor ¿cuál se te antoja?- Yo y mi buena intención.

-Quita, no tengo preferencias y si las tengo no querrán..- doble sentido, claro, pero yo era ingenua.

Al tiempo, y después de sentirme ancha de encontrar rollito a mi inseparable amigo me doy cuanta de que yo paso a segundo plano. Al principio es satisfactorio, luego viene el orgullo de "hermana mayor" que ve a su pupilo hombre, más tarde es envidia sana, luego recelo y por último te toca los cojones. Te planteas varias opciones:

-O estás ciega

-O eres demasiado exigente

-O eres gilipollas.

Y sigues soltera. Igual que antes, pero menos agasajada y más autosuficiente. Acabas alegrándote -no hay más narices- y esperas que aparezca el siguiente que curiosamente piensas que es el tuyo - o el de otra en este caso-.

Somos adultos de fachada e infantes de instinto, la teoría de la fruta prohibida sirve igual para una eterna pelota abandonada que para un pretendiente de reserva. Lo peor de todo es que soñamos con la historia de un chico que te recoge los libros en una parada de autobús, lo real es que seguramente le des las gracias y ni le mires a la cara, probablemente porque no tendrá el semblante de un Brad Pitt o el encanto de un Edwan McGregor. Solución:

-¿Más atención?

-¿Probar de todo?

-¿Gafas?

Y es que las mujeres también somos básicas y la especie humana, animal asi que las apariencias importan aunque no para siempre sólo hasta que aparezca el idóne@ que te deje ver más allá. Pues más trabajo para serendipity porque quién busca no halla y estoy cansada de escarbar.

domingo, 31 de mayo de 2009

La casualidad

Un resfriado mal curado que puede desembocar en un catarro de enclaustramiento por no medicarse a tiempo, no usar una buena bufanda o no cortar la corriente gélida de una puerta mal cerrada. Pocos son los momentos en los que un buen libro puede hacer milagros, tanto para pasar el tiempo como para encontrar entre sus páginas el calor humano que necesitas o las noticias de un exterior que ahora brillan por su ausencia.
Recurro a la estantería. Entre libros desgastados por el uso, cd´s y en mayor medida polvo, busco algún ejemplar a medias que reduzca el hambre de literatura con un apetitoso postre inesperado que, inexplicablemente aparece. Un ejemplar cuya portada tiene toda la pinta de haber sido editado para lectura escolar y que dejé a medias hace ya varios años. Los motivos son alguna especie de mezcla entre excentricidad y/o pasividad que, mirando su título puede resumir el transcurso de mi existencia desde que di por zanjada su lectura hasta ahora, Cien años de soledad.
Intentando recordar cuál fue el último momento en que di carpetazo al relato me vinieron vagos flashes de momentos felices y despreocupados, vitaminas de desaforada adrenalina que tomaban como insignificantes los arbitrarios mañanas para concluir en un dolor tan intenso que volvió a erizar el vello de mis brazos para acabar desembocando en un sentimiento desgarrador de desamparo. Tenía que terminarlo, tenía que parar esa sensación, aunque por un momento pensé que no era más que inútiles asociacionismos de los que siempre estaba presa y debía parar.
Pasé la primera hoja de ediciones y fabricación y ahí estabas. Con una sonrisa de oreja a oreja que me daba la bienvenida o sencillamente me desafiaba. Una irónica postura que me atraía más a tu recuerdo y me empequeñecía pensando que era la ventana por la que te asomabas para ver mi desastrosa vida que aún estaba herida por tu paso. Es una de esas veces en las que te planteas que la casualidad puede a veces no ser tan azarosa. De la nada no sale una fotografía que esté tan cuidadosamente colocada entre las páginas si no es para recordarme que tengo algo pendiente y precisamente lo que me alejó de ellas.
Así que, de este modo me planteé la meta de llegar al fín mecanografiado de ese oportuno libro. De este modo mato dos pájaros de un tiro -pensé y, tuve las narices que creí perdidas por un amor propio un tanto malherido.
No pude masticar todo lo que ese -por mi parte y, a hasta el momento- desvalorizado volúmen pudo aleccionarme y deleitarme los escasos dos días que duré en empapármelo. No sentía nada parecido desde hacía tiempo con una obra, creo que fue más por coraje y similitud a todo lo ocurrido que por -y no menos importante- la propia lectura.
Con la última cuartilla cerré un periodo de estancamiento, di portazo a una bienvenida con un
adiós solemne y rotundo, feché la puerta que me dejé abierta causa de mi mal enquistado, corté el ciclo de corriente alterna y sellé la caja de Pandora que desató la ira de los dioses. La maldición se terminaba con los Buendía.

Tarde o temprano debía enfrentarme a esto. La huída nunca amainó el dolor de un problema inconcluso, la tortura de enfrentamiento cara a cara fue la mejor medicina para un amor propio agónico. El calor humano entró en mi a medida que pronunciaba unas últimas letras entre dientes: fin.

jueves, 21 de mayo de 2009

Comentaristas de tarde

No más de un café y una buena compañía para abrirte a las tertulias más íntimas con la comodidad y la complicidad que sólo la amistad puede ofrecerte. Unas risas dejan que las anécdotas no tan risueñas dejen un buen sabor de boca y las lágrimas que saboreas ahora saladas, no sean más que la alegría de la caricaturización. Sobra decir que entre los temas relucir siempre hay un hueco para desgranar la vida sentimental de cada uno de los participantes en la conversación. Todos, uno a uno, repasan con pinceladas sus tormentos amorosos, sus desilusiones sentimentales, sus alegrías quinceañeras y sus locuras repentinas, hasta ahí el colectivo en su totalidad puede aportar algo. Es ahí dónde finaliza mi intervención.
El presente está yermo de experiencias a flor de piel, de sentimientos encontrados y miradas furtivas, pero hay esperanza para mis carencias ya que siempre acabo tomando prestadas las que escucho de boca de los que me rodean. Interiorizo cada roce inesperado, cada luna de agosto, cada iniciación inocente , domingos de lluvia, travesuras de cama y rubor de mejillas.

Es una verdadera pena que mis años de universidad acaben por ser un mero paso académico en el cual el roce social no haya levantado las pasiones más allá de una borrachera de colegas, muchos amigos (y muy valiosos) pero que ninguno ha pasado la frontera de la puerta de mi dormitorio, nada con lo que llenar un diario, todo desperdiciado para una novela o unas memorias, solo por la relación de valores que tengo esquematizada en mi incesante cabecita, unos principios demasiado rígidos para Groucho y un miedo atroz ha repartir daño a diestro y siniestro.
Ver luciérnagas en sus ojos iluminan mis vivencias -copia de las suyas originales-, incitan mi deseo por dejarme llevar, llenan las letras de cada entrada y me desalientan en la desesperación de un milagro demasiado idealizado. Me dan vida, optimismo, misticidad. Surge de repente mi lado más romántico, aunque no haya musa a la que complacer, pero de igual modo los tomo prestados así que cualquier acompañante de ascensor, chico de la primera fila, dependiente con sonrisa Profident, o niño erasmus despistado con la mínima de las amabilidades y de buen ver será la diana para poner cara a esos relatos, enamorándote cada día y más de una vez, con la ventaja de salvaguardar mi salud mental y física, y la de ellos.
Mis comentaristas de tarde favoritos tienen el arte de hacer que su mensaje remueva los cimientos de mi pasividad,tomen el sentido de la confianza y roben las sonrisa de la complicidad. Dejan que me encarne en su piel por un segundo y me regalan horas de sentimiento y recuerdos prestados. No hay acercamiento más estrecho que aquel en el que, recíprocamente se comparten pedazos de historia, y no hay confidente más sincero que el que las hace suyas.


viernes, 17 de abril de 2009

Escupir al destino

Mareo el teclado en busca de un remanso de paz. Es muy tarde pero no tengo sueño, no estoy preparada para dedicarme a pensar sobre el colchón, nada puede llenar este vacío tan inmenso que se ha agarrado a mis tobillos. Me es tan complicado encadenar ideas coherentes y tomar las decisiones adecuadas, soy tan débil que me da pavor.

Ahora necesitaría una mano amiga, un abrazo sentido que me haga olvidar por unos momentos el dolor desgarrador que me invita ahogarme en mis lágrimas. Beber ya no me sacia, fumar ya no me tienta, llorar ya no me calma. Me dejaría envolver por un cercano -cuanto más próximo mejor- zambullendome en remolinos de frenesí. Necesito desahogarme y rasgarme los harapos para dar toda la fuerza que me sobra y dejar a la energía que se tiña de blanco. 

Estoy por gritar al viento la ira de los dioses y escupir al destino a los ojos para que quedase ciego, porque los inocentes no tiene culpa de nacer títeres en su tablero. Si me enfado rimo y si rimo arde Troya en los confines, prefiero dejar a la rabia que muerda cuellos suavemente que degolle yugulares sin ton ni son porque hoy podría matar emvilecida por el dolor. Una copa más, un trago que me haga suavizar con el ardor mi lengua embravecida.

Llamo a Dios y a toda la corte celestial. Esta noche voy a saltarme todos los dogmas y dejar que la lujuria sane las heridas. Hoy puedo enamorarme de cualquiera sin llegar ni siquiera a fijarme en su cara porque me basta un torso que manejar para darme plenamente. Y sin embargo, estoy inmovilizada en la silla, tan sola como siempre y apaleada de nuevo, mi naturaleza es padecer pero odio saber que no puedo.

Estallar. Quiero estallar en mil pedazos como una bomba, tener una onda expansiva macro-monumental que barriera toda existencia posible, sobretodo la mía, aunque yo ya estoy muerta, cada día un poco más. ¿Por qué puedo seguir queriendo? Si a todo aquel que está a mi lado le condenan...

Maldito amor universal que das para arrebatar. 

jueves, 16 de abril de 2009

Despierta

Palpo la suavidad de las sábanas zigzagueando las palmas de las manos tratando de localizarte, no es demasiado grande esta cama para haberte perdido en ella pero la ansiedad me sobrepasa, solo el contacto puede colmarme de tranquilidad. Me choco con tu brazo, está tan acolchado que me lo pongo de almohada así no te escapas de mi vera, se está tan a gusto aquí que odio que exista un mañana. La luna nos brinda un rayo de luz que refleja la lámpara, el crisol de colores forma un caleidoscopio que divierte la escena, es como dormir en una discoteca amenizada con la melodía del silencio.

Te ves tan rendido al crepúsculo  y su sosiego que me parece divertido mirarte al mismo tiempo que te recorro tu espalda, siempre retiras mi mano, las cosquillas que te producen me entretienen. Te ves tan débil e indefenso...mis brazos te rodean pero tú no me respondes así que me retiro a mi lado de la cama par acomodarme frente a ti. Retiro lentamente un rizo de tu frente y el aroma a ti me embriaga, creo que podría recordarlo toda la vida e identificarlo de entre un millón porque es mi marca de heroína.

Cierro los ojos disfrutando de la sensación, pero inmediatamente los abro por si aún sigues conmigo y compruebo que el oasis aún es visible, corroboras mi percepción con tu mano en mi cadera, una visión tangible. Me buscas con tus labios y te encorvas simulado mi postura, encajamos, tus rodillas a mi espaldas en forma fetal.

Me siento plena, henchida de paz. Podría acabar el mundo en un momento y ni pestañearía, no sabes la paz que transmites incluso abandonado al sueño. Sé que en un mañana puedes incinerar los recuerdos de esta habitación  y tirar al lodo todas mis atenciones no obstante, me sacrifico en pos del momento. Me sabe a poco, tener la miel en los labios y no poder saborearla placenteramente, no puedes castigarme de este modo, despierta. Despierta porque el porvenir no es constante y no quiero darle tregua al tiempo.

Quiero desgastar tu cintura, delinear tu contorno, quiero dejar que la oscuridad deduzca y guiarme a tanteo, leer en braille las comisuras de tu boca para respirar tu aliento. Despierta, que puedo ser muy insistente en mis propósitos y por ende, tu muy fácil de persuadir. Esta noche no tengo alias pues nada puede definirse con palabras, esta noche soy muda y ciega, fotosensible, esta noche soy autista y toxicómana. Esta noche puedo ser lo que cualquier cosa que moldees.

Despierta y no te hagas de rogar que estoy al límite de la impaciencia y sé que te encanta exasperarme como a mi disfrutar de tu media sonrisa. Sin embargo, me besas los hombros para compensar mi enfado que desaparece con el primero de ellos, el camino que haces para llegar a mi boca se detiene en muchos recovecos. Mientras, me hago la dormida para disfrutar de tus agasajos. Aprieto bien los ojos y junto mis labios, me resisto.

Despierta- Me pides.

Despierta...

Palpo la suavidad de las sábanas zigzagueando las palmas de las manos tratando de localizarte, pero no estás en ellas.

miércoles, 15 de abril de 2009

Tu camiseta

Tacones de unos siete centímetros, maquillaje de brocha, unos pitillos por estrenar y una blusa de seda. Toda una figurante en medio de la pista entre todas las sardinas de la lata. A cualquier lado que miro me avasallan rostros de júbilo. Todos cortados por el mismo patrón, parecen recién salidos de las páginas de un catálogo de Zara, ¿dónde me habré metido? Todo sea por acompañar al rebaño por un día y dejarme de prejuicios. Ya era hora de poder decir que he entrado en una discoteca aunque no me satisfaga.

Toda la noche entre el ir y venir de la barra, es lo único en lo que no me importa dar codazos si así consigo al menos un poco de alcohol que me anime y si no es el caso que al menos me evada de aquí.He intentado seguir el ritmo de lo que llaman reggaeton y sólo he conseguido combulsionar como una descosida, al cabo de unos cinco minutos me parecía un bucle repetitivo e infinito, que original música...

Aguanté como toda una heroína sobre el torturador calzado eso sí, si dar grandes pasos que me desestabilizaran para no hacer puenting. No hay nada más deprimente que estar rodeada de felicidad y no poder compartirla. Intenté sonreír toda la velada para que mis amigos no decayeran, era tan complicado que en alguna ocasión pensé en fugarme por la ventanilla del baño. Cuando todo parecía una noche carente de estímulo de entre los miles de metrosexuales encontré a Wally, un Wally que había cambiado su suéter a rayas por una camiseta verde, la única camiseta de toda la sala. A lo lejos parece bastante mono, y alto, sobresale entre todos y la distancia es algo extensa, tiene pelo claro...me decido a sonreírle, no temo a su respuesta pues está lejos y yo hoy no llevo gafas. Es obvio que no se haya percatado. 

Otro paseito a la barra que comienzo a tener consciencia de mis principios. Después de pelearme con un camarero y sus concubinas y repeler a dos pobres buitres regreso al lugar donde dejé a amigos para encontrarme sola, habían sido presa de carroñeros. Con suerte me aferré a uno pero resultó estar más abúlico que yo. Me di la vuelta y ahí estabas. Me había confundido, tienes aún más porte del que pude imaginar. Sonríes, es normal en estos lugares pero esta vez te acercas,y..vaya, me muestras a una chica junto a ti. Mala elección la mía.

Si pudiera tener el garbo de muchas y soltarte dos frases medio entendidas entre los altavoces podría tener alguna posibilidad pero no tengo ni las ganas ni la vergüenza de aguantarlo. Dos vueltas más sobre mí misma componían una mediana coreografía improvisada ¿cómo bailan este perreo? Alguien me susurra.

Perdona, no sé si esto te parecerá raro pero no he parado de mirarte desde la otra esquina. Eres preciosa. No sé que me pasa..

¡Qué común!- pensé, Y directa a soltarle la bordería de turno me detengo justo al nivel de tu barbilla para sólo identificar tu camiseta. Verde como la esperanza que afloraba dentro de mí. Tras unos pasos de pato mareado contigo comprobé que la noche daba un vuelco algo excitante, con cada centímetro menos subía mi adrenalina y con ella mi confianza, pues los roces eran ya inevitables. Un nombre, una invitación y dos besos más que incitadores, sentí la necesidad de no quitarte la vista ya que te decidiste a darme espacio por si molestabas. ¡Qué simple podéis llegar a ser!¿No ves que te quiero atado a mi espalda?

Esperé, no dejé que las ganas de comerte me hicieran parecer fácil. Un garbeo por la sala, pero aún estabas en la diana, así es, continua esperando. Un segundo más y ¡chash! Corrías hacia la puerta como alma que lleva el diablo. Un ojeo, una desesperada búsqueda y un "lo siento" difuminado en el viento. ¿Por qué no podías ser igual de simple y haberme pedido el número de teléfono? Me quedé con un nombre de pila, una zona de encuentro y una desazón enorme. Mi primer flechazo y tal como vino se fue, se esfumó con mis esperanzas enganchadas en tu camiseta, la única que había en la sala. Tan diferente como yo.

martes, 14 de abril de 2009

Cyrano será descubierto

Los estornudos no cesan, esta primavera acabará con los alérgicos de un momento a otro y sólo hemos empezado. Las sacudidas me hacen despertar del letargo, la apatía reina allá por dónde vaya aunque no ha terminado con mi serenidad.

Cierro los ojos para evadirme en la melodía de una inconclusa canción que he elegido al azar de entre los recursos de mi extensa galería. Los músculos serpentean liberando la tensión de un día de ajetreo para remontar después del descanso de una cama mullidita entre cojines.

Estoy bastante cansada de predecir los mañanas y esperar un buen encuentro contigo, estoy exasperada de provocarlos si en cada uno de ellos se explaya mi silencio por el temor de incurrir en un desacierto que desemboque en un pasotismo extremo por tu parte. Mi yo ahora es un ella que no sabe colocar sus manos ni su postura frente a ti. Me pones tan nerviosa que me olvido de que existo. Mis torpes manos se convierten en mantequilla, la indecisa lengua se enreda, el cuerpo se endurece y las facciones se afinan para completar la escultura de un maniquí. Estoy por y para escucharte aunque parezca petrificada.

Me es tan difícil alcanzarte que el sólo hecho de pensarlo me hace sentir idiota. Inútil. Soy una completa inepta que no aprovecha el tiempo que me brindas cuando te place dejarte ver. Hace tanto que busco que cuando encuentro lo doy por perdido. Y me rindo. Hoy te libero de mis pretensiones, hoy te alejo de mi influjo, te voy a dejar respirar y de este modo podré verte sin miedo a perderte porque nunca te he tenido. Entonces, sólo entonces estaré libre, libre de poder hacer y decir lo que me plazca porque sé que lo que ocurra ya no espera consecuencias con quien no las pretendo.

Me eclipsas. He de perder la costumbre a la dependencia emocional o a las pasiones extremas, algún día me anularán. Pero no quiero. El día que deje de ver el mundo del modo con que lo hacen mis ojos me perdería tantos matices que la vida no tendría ni una pizca de humanidad, sería entonces cuando la sobriedad y el desasosiego me inundarían. No quiero perder ninguno de mis tropiezos, deseo reírme de mi inexperiencia y de mi excentricidades, pero incluye que tú también las veas y eso es un riesgo que debo asumir.

No sé si te das cuenta pero estoy apostando todas riquezas a una sola mano, no sé si me importará que me la amputen...De nada me sirven si no es para sostenerte. Cyrano será descubierto, hoy necesito hacer que las palabras vuelen del papel y descarguen todo lo contenido por todos los días de prudencia. Una respuesta dicotómica, una sencilla elección, no espero más mañanas en las que quizás no estés tú. Las quiero con o sin ti.

Gracias por desipar mis fantasmas, de un modo u otro has mediado para que cada mañana me esmere en pintar las arrugas del cansancio, has sido una aspirina para la razón, un incentivo en los amaneceres y un pensamiento en mis noches.


domingo, 12 de abril de 2009

Blanco y en botella

Me he arropado, noto algo de frío en la nuca. Las noches en el interior cada vez son más gélidas y acostumbrada a temperaturas más suaves en el sur, la diferencia resulta más drástica. Cierro los ojos, de vez en cuando me ayuda a reconponerme.

No sé cómo he llegado hasta aquí. La puerta del bar retumba como si un tropel de caballos machacara el suelo, eso significa que dentro se respira el ambiente de una verdadera farra.

¡Perfecto, lo que necesitaba!- Pensé irónicamente-Más contaminación acústica por hoy y creo que podría beberme un chupito de cianuro.

Una cerveza más y eres libre- intento convencerme para no salir huyendo del antro. Pero pronto aparece mi raptora, sin intención de ello pero verdugo al fin y al cabo. No tuve que decir nada y ya tenía un cubata entre mis manos, ordenó que fuera por su cuenta, pero hubo algo que me agradó más que el suculento líquido. Una delicatessen que se me antojaba apetitosa, sin embargo ésta no estaba en venta.

Fue un impacto seco, un golpe brusco, me temblaban las comisuras de los labios sin decidirme en mi expresión, quería sonreírte pero la congoja me advertía del atrevimiento. Me arrepentí de no haberlo hecho cuando te me adelantaste. Estuve toda la noche fantaseando con mil y una travesuras mientras forzaba mi otro hemisferio a atender el discurso de mi mecenas . Sé que soy una impresentable, pero cabeza y corazón no estaban en el mismo plano.

Cansada ya de sólo devorarte con los ojos, he decidido arreglármelas para que te acerques. No dudas. Me arrepiento, tirito, creo que tengo parkinson, taquicardia, calor, un trago, un trago me hará bien, pero acabo viendo el fondo del vaso. Te saludo y mientras vocalizas no pierdo ojo de tus murmullos, empiezo a pensar que además estoy sorda, he dejado de escucharte atendiendo a tus muecas. Sólo puede añadir que me sirviera una copa más acompañado de un guiño, blanco y en botella.

Un minuto no más, sin terminar de tararear una melodía comercial de los exitos del momento me doy la vuelta y apareces con un vaso extrañamente cálido. Lo he cogido antes de que lo depositaras en la mesa y he tocado tu mano al ofrecérmelo. Espero que al retirarla no pienses que la rechazo, intento ser precavida. Te han solicitado y rompen el momento. Es como si megaupload te hace esperar 72 min. para volvier a cargar. Desisto. Toca dar prioridad a lo que he venido ha hacer, puede que te sea un estorbo en mitad del jaleo.

Poco a poco increíblemente el espacio se hace más grande, Morfeo hace la ronda. Te busco pero asombrosamente también te has ido. Pensé que los cameros siempre cerraban los bares... Me he buscado una excusa y ya puedo unirme a los durmientes, un tanto frustrada pero vencida en fuerzas.

Me sorprendiste tras la puerta con cajas de cerveza. Doble alegría. Me señalaste la puerta, menuda invitación a la calle. Mi gozo en un pozo. Pero me seguiste, esta vez con las manos vacías para agarrarse a mi cintura. Un hormigueo recorrió mi columna, dos besos en la cara después, estabas disculpándote por el cameo de antes. Además de sugestivo eres caballero.

Todo se hizo silencio, hiperventilaba con cada paso tuyo hacia mí. Tus manos ahora están superpuestas a las mías ateridas. Un empujón aventajó los milímetros de distancia que nos separaban y pasó. Podía dejar que durara lustros el contacto de tu boca hasta que tu helado aliento en mi nuca me sacó del sopor.

He vuelto a abrigarme bien. Las mantas están deshechas y enredadas a mis piernas, debo dejar de moverme tanto en la cama. Tengo la almohada entre mis brazos, aferrada y un gélido vaho soplando en mi cuello que me hace buscarte. Sólo hay una ventana abierta.

En fín. Puestos a soñar, supongamos que es un cameo que luego tendrás que paliar.