miércoles, 2 de septiembre de 2009

Aunque no haya estímulo puede haber respuesta

Hay tantas situaciones en las que nuestro pequeño mundo se viene a bajo que muchas veces ni las recordamos pero si que podemos poner nombre al peor palo de nuestra vida. Hay dónde las lágrimas se acompañan de amargura, el vacío solemne de nuestro interior nubla cualquier sonrisa ajena, donde ni un evento esperanzador puede superar el umbral de optimismo y el dolor somático viene infundido por un pesar más profundo, sólo hay sitio para esconderse con un megáfono sordo que grita a voces solapadas que pocos pueden oir y solviantar.
Quizás por empatía, quizás por proyección o por afecto. Cualquiera de ellas puede tender una soga al hundido.
Este verano ha sido vacío. Tan vacío que no he sufrido, reido, ni ignorado, simplemente no ha sido. Salvo por una cosa. Aunque no haya estímulo puede haber respuesta.
Cada vez que tenía que recurrir a la tertulia empática dormía con los sentimientos robados, como cuando te encoges con una caída en un vídeo, cuando lloras por una canción o bostezas por imitación. Cada noche he escuchado paso por paso mis vivencias en boca ajena asintiendo al dolor desgarrador que miraba tras los sollozos de mis allegados intentando que un abrazo impreganara su interior de calor humano. Me he visto más fuerte frente a ellos, protectora en sus flaquezas en cambio, más débil en mis emociones, dejando atrás la censura que las encerraba.
Por ellos soy dura, por el o ella soy franca, por tí soy firme para que te agarres cuando desfallezcas, porque puedo ser el paño de lágrimas y el bufón de la risa que por dos segundos te robe la sensación de sentir que sigues viv@.
Todo pasa por un motivo que se resiste a revelar y con el que no podemos perder tiempo alguno. Ya es bastante valioso para pisar con pie firme lo que queda por andar.
Si este verano a servido para amortiguar la caída, no habrá sido en vano. Tan sólo con que tus pesares se hayan atenuado en alguno de esos momentos me doy por satisfecha ,a costa de quedarme helada de frío para ofrecerte un abrazo lleno energía.
No fue ayuda por propio ego si no por necesidad. Necesidad de sentirme útil ante las inclemencias y que ello sirva de algo ;ya que no puedo ayudarme a mí misma que un simple apretón transmita el apoyo que me negaron...
Sólo una pega.
Quedan mejillas sonrosadas por los sollozos que no han sido provocadas por la insolación de la playa. Y yo no he podido provocar el rubor de un consolador pañuelo.

0 susurros:

Publicar un comentario