sábado, 1 de agosto de 2009

¿Es triste?

Creo que lo más sencillo sería ir con un pósit pegado en la frente resumiendo las virtudes y defectos de cada uno. Así no ahorraríamos gastar saliva y tiempo para acabar dándote cuenta de las vilezas o trivialidades que rompen la pompa de encanto de cualquier pretendiente.
Con el tiempo acabo dándome cuenta que eso de ser una persona "exigente" no es más que la incapacidad de encontrar a alguien mínimamente interesante en este mundo tan , supuestamente, variado. No es una hipótesis catastrofista es una desoladora realidad.
Más allá de acabar en una cama de transitoria plenitud no hay muchas alternativas,en el caso de que esto no surja siempre viene bien la ayuda de una mano. Ellos toman esta praxis como práctica y como quien bosteza,y nosotras, aparte de otros usos, como el mejor sexo de nuestra vida: No hay cortes inesperados y desmoralizantes, no hay vaguería en pos del prójimo, no hay "pequeñas" sorpresas, no hay sesión única, existe el opening, el clímax sin goma, hay ritmo y velocidad acorde a lo deseado... siendo innovador cada viaje, todos son pasajeros diferentes, a gusto del cliente.
En fín, la situación acaba por apatizar a cualquiera y se te viene encima el mote de "arisca", "sosa" o "antipática", pero ¿no se es lo bastante comprensiva ya como para aguantar a una panda de desesperados? Da igual que él sea a tus ojos el mejor de los machos alfa de la manada que acaba siendo el primate más alejado del homo sapiens, un eslabón perdido recién descubierto. Ese del que tienes que aguantarte con los restos del que en su día quizás, fue un buen partido y con los años acabó siendo un ave de rapiña. Si te fijas en un ejemplar de mayor edad, son buitres y si desvías la mirada hacia las nuevas generaciones tu eres la hiena.
Aunque se den o no todos estos casos no dejas de fatasear con la escena más romántica desde el reencuentro en la escalera de incendios de Pretty Woman o el beso escandalizador de Rhett Butler en Lo que el viento se llevó, todo esto sin haber conocido a fondo al chico en cuestión que te llamó después de la última salida y del que no conoces más que es color de sus pantalones... Esas noches duermes mejor que la del día que lo ves y acabas hablando con él, bueno si se le pudiera llama hablar a:

-...me alegra escuchar que lees algo, ¿como qué?

- Pues, no mucho. Bueno me he leído todos los libros de Manolito Gafotas.

Cri, cri, cri, cri....

-Ejem. Pues hoy no hace mucho frío, ¿no?

No me importaba que no lean, eso es una nimiedad, pero para decir semejante contestación hubiera preferido que no abrieran la boca. Pensándolo, eso es mejor que cosas como: " Estás muy bien. ¿Nadie te ha dicho en entre esos dos hermosos melones luciría precioso mi capuyo?" No hay que decir que a capuyos nadie les gana, asi que como premio: guantazo de primera categoria.

¿No sería más fácil tener una carta de presentación para salvarnos de tales terroríficos recuerdos? En ocasiones me gusta encandilarame de cualquiera que no me hable con la boca y me converse con los ojos, aunque la guionista del capítulo sea yo misma, como Eddie Murphy, yo actúo, yo dirijo, produzco, ruedo y me aplaudo. Como dijo Juan Palomo: yo me lo guiso, yo me lo como.
¿Es triste? Es consolador. En ambas acepciones, tanto para el paño de lágrimas como para el previo a tus cinco dedos.
Si tan sólo cerraran la boca para que te entraran ganas de sellársela con un beso todo sería más fácil, al fin y al cabo todos acabarán siendo capuyos integrales pero nos salvaríamos de un arrepentimiento prematuro antes de que ocurra nada y quizás, sólo quizás te des cuenta de que el gran galán de tu película acaba de pasar el casting.


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