domingo, 12 de abril de 2009

Blanco y en botella

Me he arropado, noto algo de frío en la nuca. Las noches en el interior cada vez son más gélidas y acostumbrada a temperaturas más suaves en el sur, la diferencia resulta más drástica. Cierro los ojos, de vez en cuando me ayuda a reconponerme.

No sé cómo he llegado hasta aquí. La puerta del bar retumba como si un tropel de caballos machacara el suelo, eso significa que dentro se respira el ambiente de una verdadera farra.

¡Perfecto, lo que necesitaba!- Pensé irónicamente-Más contaminación acústica por hoy y creo que podría beberme un chupito de cianuro.

Una cerveza más y eres libre- intento convencerme para no salir huyendo del antro. Pero pronto aparece mi raptora, sin intención de ello pero verdugo al fin y al cabo. No tuve que decir nada y ya tenía un cubata entre mis manos, ordenó que fuera por su cuenta, pero hubo algo que me agradó más que el suculento líquido. Una delicatessen que se me antojaba apetitosa, sin embargo ésta no estaba en venta.

Fue un impacto seco, un golpe brusco, me temblaban las comisuras de los labios sin decidirme en mi expresión, quería sonreírte pero la congoja me advertía del atrevimiento. Me arrepentí de no haberlo hecho cuando te me adelantaste. Estuve toda la noche fantaseando con mil y una travesuras mientras forzaba mi otro hemisferio a atender el discurso de mi mecenas . Sé que soy una impresentable, pero cabeza y corazón no estaban en el mismo plano.

Cansada ya de sólo devorarte con los ojos, he decidido arreglármelas para que te acerques. No dudas. Me arrepiento, tirito, creo que tengo parkinson, taquicardia, calor, un trago, un trago me hará bien, pero acabo viendo el fondo del vaso. Te saludo y mientras vocalizas no pierdo ojo de tus murmullos, empiezo a pensar que además estoy sorda, he dejado de escucharte atendiendo a tus muecas. Sólo puede añadir que me sirviera una copa más acompañado de un guiño, blanco y en botella.

Un minuto no más, sin terminar de tararear una melodía comercial de los exitos del momento me doy la vuelta y apareces con un vaso extrañamente cálido. Lo he cogido antes de que lo depositaras en la mesa y he tocado tu mano al ofrecérmelo. Espero que al retirarla no pienses que la rechazo, intento ser precavida. Te han solicitado y rompen el momento. Es como si megaupload te hace esperar 72 min. para volvier a cargar. Desisto. Toca dar prioridad a lo que he venido ha hacer, puede que te sea un estorbo en mitad del jaleo.

Poco a poco increíblemente el espacio se hace más grande, Morfeo hace la ronda. Te busco pero asombrosamente también te has ido. Pensé que los cameros siempre cerraban los bares... Me he buscado una excusa y ya puedo unirme a los durmientes, un tanto frustrada pero vencida en fuerzas.

Me sorprendiste tras la puerta con cajas de cerveza. Doble alegría. Me señalaste la puerta, menuda invitación a la calle. Mi gozo en un pozo. Pero me seguiste, esta vez con las manos vacías para agarrarse a mi cintura. Un hormigueo recorrió mi columna, dos besos en la cara después, estabas disculpándote por el cameo de antes. Además de sugestivo eres caballero.

Todo se hizo silencio, hiperventilaba con cada paso tuyo hacia mí. Tus manos ahora están superpuestas a las mías ateridas. Un empujón aventajó los milímetros de distancia que nos separaban y pasó. Podía dejar que durara lustros el contacto de tu boca hasta que tu helado aliento en mi nuca me sacó del sopor.

He vuelto a abrigarme bien. Las mantas están deshechas y enredadas a mis piernas, debo dejar de moverme tanto en la cama. Tengo la almohada entre mis brazos, aferrada y un gélido vaho soplando en mi cuello que me hace buscarte. Sólo hay una ventana abierta.

En fín. Puestos a soñar, supongamos que es un cameo que luego tendrás que paliar.

0 susurros:

Publicar un comentario